martes, 28 de abril de 2009


LLÉNATE DE MÍ .

Llénate de mí. Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.

Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.

Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora,

Soy el que pasó saltando sobre las cosas,

el fugante, el doliente.

Pero siento tu hora, la hora

de que mi vida gotee sobre tu alma,

la hora de las ternuras que no derramé nunca,

la hora de los silencios que no tienen palabras,

tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias,

tu hora, medianoche que me fue solitaria.

Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.

Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.

Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.

No, no quiero ser esto.

Ayúdame a romper estas puertas inmensas.

Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.

Así crucificaron mi dolor una tarde.

Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro.

Mi corazón no debe callar hoy o mañana.

Debe participar de lo que toca, debe ser de metales, de raíces, de alas.

No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve,

no puedo ser la sombra que se deshace y pasa. .

No, no puede ser, no puede ser, no puede ser.

Entonces gritaría, lloraría, gemiría.

No puede ser, no puede ser.

Quién iba a romper esta vibración de mis alas?

Quién iba a exterminarme? Qué designio, qué‚ palabra?

No puede ser, no puede ser, no puede ser.

Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.

Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva.

De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste.

Tienes de mí ese sello de avidez no saciada.

Desde que yo los miro tus ojos son más tristes.

Vamos juntos. Rompamos este camino juntos.

Ser‚ la ruta tuya. Pasa. Déjame irme.

Ansíame, agótame, viérteme, sacrificarme.

Haz tambalear los cercos de mis últimos límites.

Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca,

inundando las tierras como un río terrible,

desatando estos nudos,

ah Dios mío, estos nudos,

destrozando,

quemando, arrasando

como una lava loca lo que existe, correr fuera de m¡ mismo,

perdidamente, libre de mí,

Curiosamente libre.

Irme,

Dios mío,

irme!
Pablo Neruda


LA OTRA ORILLA

Algún día, cuando el aire pese como tierra sedienta sobre los cuerpos desnudos,

tal vez alcance a ser la voz de aquel peregrino que enmudeció o el agua que,

gota a gota, resbala por su pecho. Él nunca estuvo en la otra orilla pues sabe

que allí los dioses duermen en el polvo. Y sabe que cuando un hombre por azar

se duerme en la otra orilla -ese lugar que siempre ocupó la mirada-

ellos se despiertan y se contemplan en él. Si ese hombre, entonces, se despierta,

se convierte en espejo y estalla con el sol.

De "La otra orilla" 1990
Chantal Maillard

lunes, 27 de abril de 2009







MUJERES




Mañana de suburbio


y el autobús se acerca a la parada.


Hace frío en la calle, suavemente,


casi de despertar en primavera,


de ciudad que no ha entrado


todavía en calor.


Desde mi asiento veo a las mujeres,


con los ojos de sueño y la ropa sin brillo,


en busca de su horario de trabajo.


Suben y van dejando al descubierto,


en los cristales de la marquesina,


un anuncio de cuerpos escogidosy de ropa interior.


Las muchachas nos miran a los ojos


desde el reino perfecto de su fotografía,


sin horarios, sin prisa,


obscenas como un sueño bronceado.


Yo me bajo en la próxima, murmuras.


Me conmueve el recuerdo


de tu piel blanca y triste


y la hermandad humilde de tu noche,


la mano que dejaste


olvidada en mi mano,


al venir de la ducha,


hace sólo un momento,


mientras yo me negaba a levantarme.


Que tengas un buen día,


que la suerte te busque


en tu casa pequeña y ordenada,


que la vida te trate dignamente.
García Montero